Ayer hablé con Caca. Caca me dijo caca caca. Y yo, caca, caca caca. "¿Después de tanta caca, me venís a caca?"
Caca. Caquísimo. De tanta caca, caca. Cuando caca, me caca. ¡Qué caca! Si caca, que caca, que caca caca, que no caca. Ni caca, caca. Ni caca.
Que caca de acá, que caca de allá. Pero de caca, ni caca.
Y bueno, al final caca.
viernes, 25 de julio de 2008
sábado, 5 de julio de 2008
Nabos
Nabo es el que tiene códigos.
Nabo es el que dice que tiene códigos pero no tiene ningún código.
Nabo es el que dice que no da porque hay códigos.
Nabo es el que no sabe qué es lo que quiere ni cuando lo quiere y ni siquiera lo quiere ya. Lo quiere en un ratito.
Nabo es el que dice que no sabe.
Nabo es el que no dice que no sabe.
Nabo es el que tiene amigas.
Nabo es el que "soy artista".
Nabo es el que te complica la frase "que tiempo loco".
Nabo es el que va a salir con sus amigos este fin de semana.
Nabo es el que te dice "tengo un cumpleaños, después te llamo".
Nabo es el que te dice "después te llamo".
Nabo es el que histeriquea.
Nabo es el que se hace el histérico.
Nabo es el que se pone de novio al segundo beso. y al tercero te dice "no te enamores".
Nabo es el que quiere tener una relación "y si es con vos, mejor".
Nabo es el que se saca los pantalones apenas entra al telo.
Nabo es el que te invita a su cumpleaños.
Nabo es el que te invita a su cumpleaños después de un año de no verse.
Nabo es el que te dice "se te escucha bien".
Nabo es el que te dice "mi mamá no me deja salir con vos"
Nabo es el que se toca mucho y se le nota.
Nabo es el que no se toca y se le nota.
Nabo es el que quiere que le mandes fotos.
Nabo es el que siempre se enamora de otra y no de vos.
Nabo es el que se hace el enamorado.
Nabo sos vos que leés esto. Nabo es tu amigo que te acompaña. Nabos somos todos.
Los nabos y la gente.
Nabo es el que dice que tiene códigos pero no tiene ningún código.
Nabo es el que dice que no da porque hay códigos.
Nabo es el que no sabe qué es lo que quiere ni cuando lo quiere y ni siquiera lo quiere ya. Lo quiere en un ratito.
Nabo es el que dice que no sabe.
Nabo es el que no dice que no sabe.
Nabo es el que tiene amigas.
Nabo es el que "soy artista".
Nabo es el que te complica la frase "que tiempo loco".
Nabo es el que va a salir con sus amigos este fin de semana.
Nabo es el que te dice "tengo un cumpleaños, después te llamo".
Nabo es el que te dice "después te llamo".
Nabo es el que histeriquea.
Nabo es el que se hace el histérico.
Nabo es el que se pone de novio al segundo beso. y al tercero te dice "no te enamores".
Nabo es el que quiere tener una relación "y si es con vos, mejor".
Nabo es el que se saca los pantalones apenas entra al telo.
Nabo es el que te invita a su cumpleaños.
Nabo es el que te invita a su cumpleaños después de un año de no verse.
Nabo es el que te dice "se te escucha bien".
Nabo es el que te dice "mi mamá no me deja salir con vos"
Nabo es el que se toca mucho y se le nota.
Nabo es el que no se toca y se le nota.
Nabo es el que quiere que le mandes fotos.
Nabo es el que siempre se enamora de otra y no de vos.
Nabo es el que se hace el enamorado.
Nabo sos vos que leés esto. Nabo es tu amigo que te acompaña. Nabos somos todos.
Los nabos y la gente.
sábado, 19 de abril de 2008
Cita
Me lo presentó mamá. Es hijo de una amiga, la dueña del almacén.
El caso es que no era demasiado feo y yo accedí porque no tengo nada mejor que hacer. Estoy sola.
Me tocó el timbre con la mitad del barrio mirándonos. Estaba moderadamente linda, como se viste cualquiera para una cita. Sólo había pasado 48 horas debatiendo el vestuario con mis amigas. Ni muy zorra ni muy monja.
Vestirse para una cita no es fácil: muy provocativa, puta, desesperada, ¿Qué elegir para demostrar que una está disponible para cualquier cosa pero que no es ninguna atorranta? Tema complejo si los hay. Como dice Ezequiel De Rosso, "que se note pero no tanto"(1)
Expectativas: ninguna. Es una cita que me organizó mi mamá.
Él no es feo. Es un pibe de barrio. Con esa sutileza que los caracteriza. Con un manejo de la ironía nulo y ni hablar de los chistes académicos. Claramente pegamos onda enseguida. Yo, citando a Derridá y él hablando de Vélez Sarsfield - Lanús. (Si hubiera entendido a Derridá esto hubiera tenido algún sentido, pero nunca lo entendí, sólo lo cito).
Vamos a una pizzería porque él no tiene mucha plata y yo no lo voy a invitar. Lo dejo elegir. Elige jamón con morrones.
Mansilla, en sus causseries Las siete porciones de pizza con morrón se debate al respecto: "Cualquier persona que pide pizza de jamón con morrones es sexualmente pasiva y poco creativa, lo que se entrevé en la disposición del morrón en forma de estrella" (2)
Me río, condesciendo. Apoyo las tetas sobre la mesa. Y lo miro. Yo estoy caliente y ebria y nada de lo que me diga me importa.
Después de unos vasos de vino, el ambiente se relaja. Y él confiesa: "Desde que mi mamá me habló de vos, no puedo dejar de pensar en lo buena madre que serías. Tan atenta. Tan cumplidora. Vos, vos ¿Pensás en tener hijos?"
Y yo que todavía no pienso en tener un almohadón propio (está claro que vivo con mamá y papá), le digo "Mmm... No sé. Voy al baño."
Ebria como estoy me miro al espejo y me digo "Cogételo. Pero con forro. Este te quiere hacer hijitos."
Salgo del baño y le digo "¿Vamos a dar una vuelta?" Y él accede, agradecido, ya que no le dan más las pelotas.
Nos besamos en la calle. Me toca el culo y pienso "Este chico es un idiota". Después, decide seguir tocándome, emocionado y yo pienso "Hace tanto que nada. ¿Cómo hago para que me invite a un telo sin tener que tener otra cita?"
Por suerte el barrio es amigo y hay más telos que quioscos. Y el sujeto en cuestión se deja sugestionar.
Antes de ir al telo tenemos que pasar por la casa. Porque él no se cambió, no tiene plata, no tiene forros, no sé, no entiendo bien su excusa. En un momento más que agradable veo a su madre y conozco a su tía, a su abuela, a su tatara-abuela, a sus sobrinos, primos y hermanos, que decidieron juntarse todos para comer mondongo el sábado a la noche. Paradita en la puerta, espero al gil, que está buscando forros en el cajón de su hermana.
"Mamá, mamá, me voy a tomar un helado y vuelvo"
"Bueno, hijito, abrigáte. Pásenla lindo. Chau, tesoro"
La zorra de la prima me mira con mala cara y la tátara se babea. Ya -casi- no está entre nosotros.
Vamos al telo de la vuelta. De pedo encontramos una habitación. La más barata. Subimos. Abrimos la puerta, un poco incómodos. Gil decide bajarse los pantalones antes de llegar a la cama, con la luz prendida.
El sexo es jamón con morrones, aburridísimo. Inobjetable si fuese después de tres años de novios. Pero aburridísimo para primera cita, segunda, tercera y tres años de novios.
A las dos horas nos llaman. Busco el teléfono como ramo de novia y digo "ya bajamos."
Me mira con cara de "yo quería dormir toda la noche con vos"
Yo le digo "dale, apuráte que nos cobran recargo."
"Bueno, pero mañana dormimos en casa" dice él. Yo pienso en su madre, su abuela, su tátara-abuela y el muerto que deben tener guardado en el placard y constesto "Dale, te llamo" (3)
Me voy ebria, borracha, sucia y malcogida. Llego a casa a duras penas y no entiendo nada.
Mi mamá me despierta con un ramo de rosas blancas. "Te las mandó el chico de la esquina." Y tengo una revelación: o me vuelvo trola o me caso con él por iglesia y de blanco.
Cuando me doy cuenta de que nunca voy a poder matarlo, porque no tengo los cojones, elijo la salida adulta y decido olvidarlo y no atenderle más el teléfono.(4)
(1) De Rosso, Ezequiel. Apuntes de literatura latinoamericana 2. Sobre citas y otras cuestiones varias. Buenos Aires: FCE, 1998. P.458
(2) Mansilla, Lucio V. Las siete porciones de pizza con morrón. Buenos Aires: Sudamericana, 1938. P. 57.
(3) Véase: Borges, Jorge Luis. "Dale, yo te llamo" en Fervor de Buenos Aires. Madrid: Espasa, 1954. Pp 120-167.
(4) Lo bloquée del Messenger. Cifr. Lavandera, Beatriz. El messenger y la práctica del bloqueo. ¿Primera cita o desastre universal? (Palito Ortega). Buenos Aires: Eudeba, 1983.
El caso es que no era demasiado feo y yo accedí porque no tengo nada mejor que hacer. Estoy sola.
Me tocó el timbre con la mitad del barrio mirándonos. Estaba moderadamente linda, como se viste cualquiera para una cita. Sólo había pasado 48 horas debatiendo el vestuario con mis amigas. Ni muy zorra ni muy monja.
Vestirse para una cita no es fácil: muy provocativa, puta, desesperada, ¿Qué elegir para demostrar que una está disponible para cualquier cosa pero que no es ninguna atorranta? Tema complejo si los hay. Como dice Ezequiel De Rosso, "que se note pero no tanto"(1)
Expectativas: ninguna. Es una cita que me organizó mi mamá.
Él no es feo. Es un pibe de barrio. Con esa sutileza que los caracteriza. Con un manejo de la ironía nulo y ni hablar de los chistes académicos. Claramente pegamos onda enseguida. Yo, citando a Derridá y él hablando de Vélez Sarsfield - Lanús. (Si hubiera entendido a Derridá esto hubiera tenido algún sentido, pero nunca lo entendí, sólo lo cito).
Vamos a una pizzería porque él no tiene mucha plata y yo no lo voy a invitar. Lo dejo elegir. Elige jamón con morrones.
Mansilla, en sus causseries Las siete porciones de pizza con morrón se debate al respecto: "Cualquier persona que pide pizza de jamón con morrones es sexualmente pasiva y poco creativa, lo que se entrevé en la disposición del morrón en forma de estrella" (2)
Me río, condesciendo. Apoyo las tetas sobre la mesa. Y lo miro. Yo estoy caliente y ebria y nada de lo que me diga me importa.
Después de unos vasos de vino, el ambiente se relaja. Y él confiesa: "Desde que mi mamá me habló de vos, no puedo dejar de pensar en lo buena madre que serías. Tan atenta. Tan cumplidora. Vos, vos ¿Pensás en tener hijos?"
Y yo que todavía no pienso en tener un almohadón propio (está claro que vivo con mamá y papá), le digo "Mmm... No sé. Voy al baño."
Ebria como estoy me miro al espejo y me digo "Cogételo. Pero con forro. Este te quiere hacer hijitos."
Salgo del baño y le digo "¿Vamos a dar una vuelta?" Y él accede, agradecido, ya que no le dan más las pelotas.
Nos besamos en la calle. Me toca el culo y pienso "Este chico es un idiota". Después, decide seguir tocándome, emocionado y yo pienso "Hace tanto que nada. ¿Cómo hago para que me invite a un telo sin tener que tener otra cita?"
Por suerte el barrio es amigo y hay más telos que quioscos. Y el sujeto en cuestión se deja sugestionar.
Antes de ir al telo tenemos que pasar por la casa. Porque él no se cambió, no tiene plata, no tiene forros, no sé, no entiendo bien su excusa. En un momento más que agradable veo a su madre y conozco a su tía, a su abuela, a su tatara-abuela, a sus sobrinos, primos y hermanos, que decidieron juntarse todos para comer mondongo el sábado a la noche. Paradita en la puerta, espero al gil, que está buscando forros en el cajón de su hermana.
"Mamá, mamá, me voy a tomar un helado y vuelvo"
"Bueno, hijito, abrigáte. Pásenla lindo. Chau, tesoro"
La zorra de la prima me mira con mala cara y la tátara se babea. Ya -casi- no está entre nosotros.
Vamos al telo de la vuelta. De pedo encontramos una habitación. La más barata. Subimos. Abrimos la puerta, un poco incómodos. Gil decide bajarse los pantalones antes de llegar a la cama, con la luz prendida.
El sexo es jamón con morrones, aburridísimo. Inobjetable si fuese después de tres años de novios. Pero aburridísimo para primera cita, segunda, tercera y tres años de novios.
A las dos horas nos llaman. Busco el teléfono como ramo de novia y digo "ya bajamos."
Me mira con cara de "yo quería dormir toda la noche con vos"
Yo le digo "dale, apuráte que nos cobran recargo."
"Bueno, pero mañana dormimos en casa" dice él. Yo pienso en su madre, su abuela, su tátara-abuela y el muerto que deben tener guardado en el placard y constesto "Dale, te llamo" (3)
Me voy ebria, borracha, sucia y malcogida. Llego a casa a duras penas y no entiendo nada.
Mi mamá me despierta con un ramo de rosas blancas. "Te las mandó el chico de la esquina." Y tengo una revelación: o me vuelvo trola o me caso con él por iglesia y de blanco.
Cuando me doy cuenta de que nunca voy a poder matarlo, porque no tengo los cojones, elijo la salida adulta y decido olvidarlo y no atenderle más el teléfono.(4)
(1) De Rosso, Ezequiel. Apuntes de literatura latinoamericana 2. Sobre citas y otras cuestiones varias. Buenos Aires: FCE, 1998. P.458
(2) Mansilla, Lucio V. Las siete porciones de pizza con morrón. Buenos Aires: Sudamericana, 1938. P. 57.
(3) Véase: Borges, Jorge Luis. "Dale, yo te llamo" en Fervor de Buenos Aires. Madrid: Espasa, 1954. Pp 120-167.
(4) Lo bloquée del Messenger. Cifr. Lavandera, Beatriz. El messenger y la práctica del bloqueo. ¿Primera cita o desastre universal? (Palito Ortega). Buenos Aires: Eudeba, 1983.
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